La voz vegetal del viento
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Me habla el autor y me pide que por favor escriba un prólogo para el libro que ahora usted tiene en las manos. Yo le digo que está bien, pero en tanto corto la comunicación me arrepiento… Pero me decido, y me pregunto qué palabras usar para describir la vastedad de la obra del poeta José Atuesta Mendiola. El primer libro suyo que cayó en mis manos fue Metáforas de los árboles, una vibrante colección de poemas que versan sobre una naturaleza de todos los colores, de las calles de esta ciudad cambiante y de la violencia que ya se nos ha hecho paisaje. Allí se leen estos versos:
Pero soy más que un verde monumento
en la agitada ceremonia de las calles.
Soy testigo: de la noche
que avanza con el miedo,
de transeúntes perdidos en su sombra.
Era consciente de que la tarea no sería fácil. Leí el libro por varias noches y no brotó una sola letra, y no precisamente por la falta de temas… Son sesenta y dos textos divididos en cinco capítulos, que contienen reseñas literarias, crónicas, artículos de opinión, reflexiones vitales, relatos, décimas, poemas y acotaciones a sus maestros de tertulias. Así que hablé de nuevo con el maestro Atuesta Mendiola y le solicité un poco más de tiempo. Él, que es un hombre noble, me dijo que no había ningún problema. Notará usted, amigo lector, que en las páginas de este libro subyacen la huella y el legado literario forjado con el cincel del tiempo y el fuego de la creatividad. La obra, más que una mera colección de textos, es un viaje que invita a explorar la mente del autor, cuya pluma ha tejido historias, poemas y opiniones en un tapiz único y evocador. ¿Qué decir ante eso?
Lo cierto es que luego del primer acercamiento a la obra, leí rigurosamente columnas de opinión publicadas en periódicos de la ciudad. Y descubrí que el maestro Atuesta Mendiola es también un conocedor a plenitud de nuestra historia regional. Por ejemplo, una vez terminado este prólogo, que usted bien puede saltarse, se encontrará con una reseña sobre María Concepción Loperena que evidencia la clara omisión de que han sido objeto los héroes distantes del centralismo capitalino, al que se ha sumado también nuestro propio olvido.
No es casualidad que el poeta inicie con la reseña heroica de una mujer, pues en el libro se siente también el sentido homenaje a mujeres trascendentes de esta región y de su vida: la ilustre escritora Mary Daza Orozco, la cantautora Rita Fernández Padilla, la periodista Lolita Acosta Maestre, las poetes Clemencia Tariffa, María Mercedes Carranza y Marce Urón; las docentes Marina Quintero, Ruth Ariza de Ramírez, Soledad Pérez Monsalvo, Gracia Fuentes, Luz Fanny Restrepo Bueno. Y no olvidó el lado femenino de sus ancestros. En efecto, hay un bello texto sobre la vida de su abuela, Sara Corzo, y una luminosa crónica sobre su madre, la maestra Juana Mindiola de Atuesta.
Un apartado especial del libro es para décimas, poemas, profesores, compañeros en la amistad, tertulias literarias… Y en lugar de buscar el asombro fácil, explora la rica complejidad de la condición humana. Las palabras fluyen como las corrientes embravecidas de nuestros ríos, cada una añade una nueva capa de significado. Así, la poesía se convierte en un espejo de la experiencia interna del autor, que comparte sus reflexiones, deseos y a veces, sus propias batallas. Si se precisara alguna prueba de ello, sería el poema ‘Instancias de un niño a su padre”:
Padre:
Concédeme una tregua
en la estación de los abuelos.
El territorio de mis aguas reclama el bosque de fábulas.
El blanco elemental del lápiz festeja la invención de las palabras
De otra parte, los relatos que, en lugar de acariciar los oídos con lenguaje excesivamente florido, presentan una variedad de voces y escenarios. Son fragmentos de vidas entrelazadas, reflejos de la diversidad de la naturaleza humana. Los giros inesperados y las intrigas sutiles mantienen al lector cautivo, mientras se embarca en un viaje a través de tiempos y lugares distintos que nos recuerdan el Caribe de todos los tiempos.
Así, esta obra es el producto de incontables horas de trabajo, de revisiones meticulosas y del empeño por capturar la esencia de momentos fugaces. Es un tributo a la persistencia del autor, a su dedicación a la palabra escrita como un medio de explorar y comunicar el variopinto mundo que nos rodea.
Así que usted, apreciado lector, encontrará con el camino que un hombre, un poeta, ha trazado hacia sí mismo.
Estimado lector, si generosamente ha llegado hasta aquí, me resta invitarlo a la lectura que supone este libro. Lo invito a adentrarse en estás páginas sin prisa, pero si con la curiosidad del niño que observa todo por primera vez. Deje que las palabras lo guíen a través de un viaje que lo llevara a través de momentos de contemplación y confrontación , de exploración y de reinvención. Porque en estás páginas encontrará no solo el legado del autor, sino también una ventana a la vastedad de la experiencia humana, con todas sus sombras y luces.
Miguel Barrios Payares, 2023
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